Elena Jaso
¿Es seguro el recrecimiento del embalse de Yesa?
La historia del recrecimiento del embalse de Yesa, situada en el municipio navarro con el que comparte nombre, se caracteriza por expropiaciones de poblaciones, movilizaciones ciudadanas, presupuestos en constante crecimiento y obras interminables que intentan tapar la inestabilidad del macizo en el que está situado y los opacos intereses del gestor principal del proyecto: La Confederación Hidrográfica del Ebro.
Es conocida la antigua tradición en nuestro país de la construcción de presas. Más de 1.200 pantanos se reparten por toda la geografía española, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. No hay duda de que en el imaginario colectivo de los españoles hay un hueco para la multitud de inauguraciones que el dictador Francisco Franco realizó durante su largo periodo de gobierno. Entre 1940 y 1979 se abrieron un total de 620 muros gigantescos, que nacieron con la filosofía de regulación constante de los ríos de España, un país caracterizado por un clima mediterráneo en su mayoría y con precipitaciones muy irregulares.
El No- do de 1959 relataba así el nacimiento del embalse de Yesa: “El pantano de Yesa con una capacidad de 470 millones de metros cúbicos discurrirá por el canal de las Bardenas. El generalísimo que se halla acompañado por los ministros de Obras Públicas, Agricultura y Gobernación abre las compuertas. Las aguas del pantano de Yesa, de Mediano y de la Sotonera regarán hasta 300 mil hectáreas que darán paso a una vega fértil y espléndida”.
Cuando se construyó el embalse de Yesa se desalojó a más de mil personas de las poblaciones de Tiermas, Esco y Ruesta. El norte de la provincia de Zaragoza, entre Jaca y Sangüesa, se convirtió en un auténtico desierto. Tiermas que era un balneario- la fuente termal más importante de Aragón- y un foco turístico y centro aglutinador de los servicios más importantes terminó por despoblarse completamente.