La normalización de la menstruación

BREVES
Irene Gómez

Hace unos días se difundió como la espuma un video en las redes sociales sobre la entrada al mercado de unas nuevas braguitas que absorben la menstruación. Seguramente, muchos de ustedes habrán visto este video y, probablemente, habrán reaccionado extrañados ante el impacto de este nuevo producto que, según han comprobado sus creadoras, es una alternativa innovadora a una necesidad que ya creíamos satisfecha.

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Triple tejido de las bragas Cocoro. Fuente: La Vanguardia

Aunque no nos demos cuenta, existen ciertos comportamientos estereotipados en torno a la menstruación. ¿A quién no le ha dado vergüenza que le viniera la regla en un campamento?, ¿quién no se ha sentido totalmente abrumada cuando ha manchado estando en clase?, o, lo que es peor, ¿quién no ha pedido a una amiga tampones o compresas, en voz baja, y ha ido al baño escondiéndolas como si de algo malo se tratara?

Generalmente, existe un cierto carácter inmovilista en torno a estos comportamientos que se producen, sin premeditación, día tras día en edades tempranas y se suceden hasta que cada mujer decide romper con ellos en el momento que se los plantea y se da cuenta de que ni es malo ni debe generar un pudor añadido ya que se trata de un proceso natural.

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Innovaciones tecnológicas. Fuente: Cocoro

A principios del siglo XX la menstruación era considerada como un “mal temido”, un tema tabú del que el doctor Earle C. Haas consiguió desprenderse al escuchar las quejas de la mujer de la época sobre la incomodidad de las voluminosas compresas. Diseñó el primer tampón moderno y en 1931 consiguió la patente para comercializarlo bajo el nombre de Tampax. Poco a poco, este nuevo producto se fue normalizando y fue en 1940 cuando los tampones se vendían ya en más de 100 países diferentes. Todos estos avances provocaron una gran ruptura con las negativas supersticiones de la época.

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El devenir de la historia es caprichoso, pero en manos de cada uno está que el cierto resquemor tabú que aún le queda a la menstruación desaparezca y así, quizás, los tampones y las compresas se empezaran a considerar de verdad bienes de primera necesidad.

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